A
días soy más cuerda que otros
generalmente los días en los que no sueño despierta, porque mis piernas (por fuertes
que sean) se cansan de ir a la luna y de regreso, hoy es uno de esos días,
donde mis actividades se limitaron a ser medianamente normal, pero hubo un
punto clave que me regreso al mundo de los mortales, ese punto el día de hoy
fue Mishima, la película de hace 24 años que por extrañas razones se exhibe en
el cine de arte de Barcelona.
Después
de según yo haber entendido la película, aclamado la idea de narrar los cuentos
del autor con escenografías de teatro y encontrar simbolismos en melones,
regrese a mi casa sola, mi acompañante tomo el camino cómodo y pido un taxi, yo
camine, a la una de la mañana sola, sin peligro, sin ansiedades, con tranquilidad
y calidad de vida, lo cual me lleno de una satisfacción inexplicable y por el
día de hoy definí mi vida, quiero quedarme a vivir en Barcelona, y sólo regresar a México, a mi hermosa gente
en navidades y agostos.
Vi
las cosas claras, no voy a ser nunca la estrella que se ve en las películas de
Hollywood donde todo es mucho más fácil, al igual que el sueño americano, de
momento lo he entendido todo, no más irrealidades. Me toca poner los pies en la
tierra, porque lo me satisface no es el mundo laboral, lo que me satisface es
la gente, el cine, las diferentes maneras de entender el mundo que de tan
distantes se hacen iguales. La cultura, los datos inútiles que no sirven para
nada, las frases que sin contexto te dicen algo, y esto es volver a soñar despierta.
Lo absurdo.
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